Las experiencias que acontecen en nuestro día a día despiertan en nosotros reacciones que, a veces, no podemos comprender. Emociones como la ira, la tristeza, la inseguridad, el desasosiego que pueden derivar en sentimientos más profundos. Estas emociones y sentimientos son resultado de una herida o sombra que habita en nuestro interior.
Por ende, dichas situaciones se convierten en una invitación a sanarnos y transformarnos si aceptamos con valentía el reto de sostener y abrazar nuestro dolor y confusión en lugar de buscar una vía de escape.

Dentro de un marco de compromiso con el autoconocimiento y cambio internos, la herramienta de las constelaciones nos ofrece un puente entre lo consciente y lo inconsciente, de ahí emergerán semillas que sólo brotarán a través del proceso de transformación y trabajo interior que impulsan.

A través del autoconocimiento en sus diferentes vías desde lo personal hasta lo transpersonal, de la psique al espíritu, liberaremos las cadenas que no nos dejan manifestar nuestro potencial, alcanzando un estado más pleno y sereno en la rutina cotidiana.
Cada persona es un pequeño universo y los procesos de autoconocimiento son únicos y exclusivos.

“Detrás de cada sombra, hay una virtud anhelando manifestarse”.

El duelo se manifiesta en diversas circunstancias a lo largo de la vida. Puede ser por una separación, emancipación de los hij@s, por fallecimiento de un ser querido, el fin de un proyecto laboral, un cambio de ciudad, la muerte de un animal de compañía, etc.
Son situaciones que provocan dolor y pueden llegar a desorientarnos o sumirnos en una profunda tristeza que parece no acabar.

No sólo no debemos transitarlo en soledad sino que podemos aprovechar estas heridas para aprender a gestionarlas y mejorar como seres humanos atravesando cada etapa del duelo en conexión con nuestra vulnerabilidad y en apertura al crecimiento, la fortaleza y la transformación.

Usando herramientas psicológicas, holísticas y espirituales transmutaremos el dolor en madurez y renovación.

“Nuestras heridas son pequeñas puertas por donde asoma la conciencia”.

Sostener al final de vida requiere Amor, Compasión y Presencia de manera intensiva, ya que son situaciones de máxima vulnerabilidad tanto para la persona que deja esta vida física como para el entorno.
Esta fragilidad conlleva necesidades como seguridad, respeto, afecto y sentido.

La ausencia de soledad es un factor determinante para aliviar el sufrimiento en este Tránsito. Y no hablo sólo de soledad física sino de la soledad que puede acontecer aún estando rodeado de personas.

El hecho de poder expresarse libremente y ser escuchado. Las preguntas ¿Qué quieres hoy? o ¿Qué necesitas hoy? abren una puerta de infinitos caminos.

Este acompañamiento puede darse en el ámbito del hogar o en ámbito hospitalario.

“Acompañar se trata de ver y escuchar con el corazón”.